De pronto, solo quise huir de todo, dejarlo atrás y nunca volver a sumergirme en la amargura de un mundo abstracto, donde la incertidumbre de mis vivencias solo perpetuaban aquel círculo vicioso destructivo y doloroso.
No pude soportarlo, hasta que finalmente un día comencé a correr, simplemente... Correr.
Ella me acompañaba, siempre feliz, mientras yo accionaba mi cuerpo mecánico e intentaba moverlo por el sendero lo más rápido que podía. Intentaba huir de la verdad, intentaba huir de la realidad que se me había presentado tan repentinamente e intentaba huir de mi mismo.
De vez en cuando gotas cristalinas caían a la tierra, sentía que me liberaba y sentía que mi cobardía funcionaba, pues poco a poco sentía que me alejaba de una densa niebla que me generaba escalofríos y amenazaba con consumirme por completo. Nunca pude mirar a hacia atrás, sentía un terror inexplicable a la posibilidad de ver algo que realmente no quería afrontar, por lo que siempre me limitaba a seguir hacia adelante, sin importar el dolor de mis piernas, el calor o la inmensa sensación de fatiga... Debía continuar hasta sentirme seguro.
Me encerré por mucho tiempo en mis pensamientos, solo yo y el ambiente que me rodeaba, imperturbable, abstraído y solitario. Constantemente tratando de asimilarlo todo y de entenderme a mi mismo.
Luego de días y días corriendo, fui prestando atención a otras cosas a mi alrededor, que en conjunto me mostraban un mundo nuevo, pero que en realidad siempre estuvo allí. Veía colores, olía aromas y la tierra se sentía más liviana bajo mis pies; de alguna forma sentía una fuerza que me incitaba a continuar y a superar mis límites. De pronto comprendí que ya no estaba huyendo, sino que mi cuerpo y alma perseguían un sueño nuevo, impulsado por un deseo de querer algo más. Aquellos sentimientos que inicialmente me destruyeron por dentro, me incitaron a traspasar un umbral hacia la reconstrucción de un nuevo yo. Ahora me daba cuenta que lo que inicialmente tomé como una medida de escape, ahora era una forma de seguir creciendo.
Hoy corro porque busco nuevas fronteras, corro para rendir un tributo al cielo, corro por ella y corro por él, porque cada vez que el viento pasa junto a mi, me susurra que todo estará bien.